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Tuesday, June 07, 2005

1982 

Este articulo fue publicado previamente en la revista on-line Clave Digital (www.clavedigital.com)

(Para mi amigo Kenny)

¿Será cierto?, Es decir, ¿Será realmente cierto o apenas una breve fantasía de nuestras mentes, movida por las leyes de las probabilidades y las cosas curiosas que pasan en una poco representativa muestra de un mes de béisbol?

De cualquier manera la realidad inmediata es que los Yankees de Nueva York están jugando su peor béisbol en no se sabe cuanto tiempo, y de repente la espectacular colección de super-estrellas luce vieja, lenta, con poca energía e incapaz de dar señales consistentes de que realmente va a reponerse y, si no ya ganar cien juegos, al menos competir por los playoffs.

Sea verdad o no lo que ven nuestros ojos, cuando la “Caída de Roma” llegue, será algo bastante parecido a lo que ocurre en estos momentos. Después de ganar su ultima Serie Mundial en el año 2000 – tiempo que en el calendario imperial equivale a mas o menos treinta años – los Yankees, pese a haber ganado cien juegos cada año, han sido un fracaso. Y aunque suene estúpido calificar de fracaso a un equipo con ese record, la realidad es que los Yankees son construidos cada año para ganar la Serie Mundial. En ese lugar es que ellos han colocado su estándar, y con las enormes ventajas económicas que esta organización tiene sobre las demás, deberían ganar la Serie Mundial cada año. Es tan simple como eso.

La era de Robinson Canó, como ha llamado el fabuloso escritor – además de Yankista de la luz – Joe Sheehan a la ultima serie de movimientos en el personal de los Yankees, no ha provocado, al momento de escribir estas líneas, el tipo de reacción que Joe Torre y Brian Cashman – probablemente de forma ingenua – esperaban.

La realidad es que los Yankees están siendo victimas de sus propias creencias equivocadas en cuanto al equipo que tienen, además de su pobre atención a los pequeños detalles que redondean y dan forma al roster de un equipo. Sin ir demasiado lejos, el equipo del 2004 fue construido sin una segunda base adecuada, sin un lanzador zurdo en la rotación, e igualmente uno adecuado en el bullpen, y ni hablar de la ya tradicional horrorosa banca de los últimos años.

Las ultimas dos temporadas los Yankees han fallado en atacar dos problemas fundamentales de su roster, la edad y como consecuencia de ella, la pobre defensa, especialmente en los jardines. En el 2003, en vez de firmar a un pelotero elite y de menos de treinta años como Vladimir Guerrero, George Steinbrenner decidió pactar personalmente con Gary Sheffield, un fantástico bateador, pero no precisamente con el mismo numero de años productivos por delante que Vladimir.

En la temporada muerta del 2004, los Yankees nuevamente identificaron sus prioridades de forma equivocada, y peor aun, buscaron soluciones cuestionables a las mismas. La rotación abridora recibió la mayor atención con las firmas de Jaret Wright y Carl Pavano vía la agencia libre, y la inevitable llegada de Randy Johnson al Bronx. Mike Stanton y Félix Rodríguez fueron adquiridos para atender la falta de un pitcher zurdo confiable en el bullpen, y la parte trasera del mismo en sentido general. Tino Martínez (¿?) fue readquirido para, supuestamente, brindar al equipo una mejor alternativa en primera base que Tony Clark, Travis Lee y John Olerud, y Tony Womack (¿?) para llenar la vacante, cubierta con sorpresivo aplomo, de Miguel Cairo en segunda base.

Ninguno de los movimientos anteriores resolvió, en medida alguna, los dos grandes problemas anteriormente citados, y sobre los cuales los Yankees inexplicablemente continúan haciéndose los de la vista gorda.

Lo cual nos lleva al presente. Bernie Williams, uno de los grandes jardineros centrales de la historia, es incapaz de jugar un buen centerfield desde el año 2002, como bien pueden atestiguar los fanáticos de Anaheim. De igual manera, Williams ha bateado .263/.367/.411 y .262/.360/.435 las dos ultimas temporadas, y si esos números no son señales claras de declive, pues yo no sé que son entonces.

Sin embargo, en vez de ir al mercado y obtener a Carlos Beltrán – algo que media humanidad daba como un hecho – para atacar la pobre defensa en el outfield y añadir un bate importante y joven, los Yankees deciden gastar mas de sesenta millones de dólares en dos lanzadores de muy errática y sospechosa historia, aunque con buen desempeño en el 2004, como Wright y Pavano. Estas firmas, junto a la de Tony Womack y la extensión a Johnson, finalmente llevaron hasta el limite los recursos y de paso no dejaron nada para firmar a Beltrán.

En vez de ser “El Prototipo” (apodo que por cierto no es creación de mi querido Ricky Noboa) el sustituto de Bernie en el center, Hideki Matsui ( -19 carreras salvadas por encima de un jardinero promedio a la defensa en sus dos temporadas, -3 en su breve estancia en el center ) es el elegido, y de paso resuelve muy poco del problema defensivo dejado por Williams. Tony Womack es ahora el jardinero izquierdo, posición en la cual su experiencia es mínima, eso sin hablar de que su producción ofensiva (.274/.319/.362 de por vida) está a enorme distancia de lo que un leftfield promedio hace con el bate. Con esta acción los Yankees han debilitado dos posiciones en vez de mejorar una. Robinson Canó sube después de un buen primer mes en Columbus, apoyado esencialmente en un aumento sustancial en su promedio de bateo, y aunque por razones obvias yo deseo que triunfe, es un contexto sumamente difícil para él lograrlo.

Los Yankees quedan ahora con un platoon en la posición de bateador designado (Giambi y Bernie) de 27 millones de dólares, una banca inadecuada - como siempre -, y un bullpen dando señales claras de declive por edad, como todo el roster en sentido general.

¿Hay salvación? No estoy seguro, y aunque voy a ser cauto y no descartarlo de plano, cada día que veo jugar a este equipo me convence menos. Los Yankees no tienen ningún tipo de flexibilidad para hacer los cambios drásticos que el roster necesita. Ningún equipo va a cargar con los contratos onerosos de Jason Giambi o Kevin Brown, y el sistema de liga menor es prácticamente inexistente.

Luego de perder la Serie Mundial ante los Dodgers en 1981, George Steinbrenner decidió que los Yankees debían pasar de ser un equipo de poder a uno de velocidad y defensa. Basado en eso el club adquirió a Dave Collins y Ken Griffey,Sr., confundiendo bárbaramente los ingredientes de éxito del residuo de “La Gran Maquinaria Roja”. Lo que aconteció a partir de ese momento, unido al pobre estado de las fincas - una constante en el régimen Steinbrenner, salvo los años en que la suspensión de este ayudo a Gene Michael a construir la finca que produjo a Williams, Jeter, Mariano Rivera, Jorge Posada y Andy Pettite, el núcleo de estos años de gloria – es conocido por todos, una ausencia hasta 1995 de la post-temporada.

Es aun un poco prematuro para decretar la inevitable caída de Roma, pero las señales, y las similitudes con otras caídas (1965, 1982) apuntan a que el fin esta cerca y el derrumbe, cuando llegue, será terrible.

La entropía característica de los grandes imperios ha llegado a los Yankees, el reto es ver que tan rápido son capaces de reinventarse a si mismos.

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